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8. ¿Cuáles son los principales escenarios de crisis y emergencias y cómo repercuten en los servicios de suministro de agua?

Las emergencias pueden surgir en distintos escenarios y pueden ser graves y temporales o crónicas y prolongadas. Los escenarios que derivan en emergencias pueden clasificarse a grandes rasgos de la siguiente manera:

Emergencias provocadas por amenazas naturales o tecnológicas: Los terremotos, las erupciones volcánicas, los deslizamientos de tierras, las inundaciones, las tormentas, las sequías, las temperaturas extremas y las epidemias o pandemias de enfermedades (por ejemplo, cólera, ébola o Covid-19) son peligros naturales que pueden causar catástrofes humanitarias que se cobran muchas vidas y provocan pérdidas económicas y daños medioambientales y de infraestructuras. Sin embargo, las catástrofes humanitarias solo se producen cuando ocurre un peligro en un lugar en el que la población es vulnerable a ese peligro en concreto. El aumento de la población mundial, la continua urbanización global y los cambios en el uso del suelo pueden incrementar aún más la vulnerabilidad a los peligros naturales y tecnológicos, como fallas en las represas y los accidentes químicos o nucleares. Estas emergencias suelen provocar un deterioro de las condiciones sanitarias del entorno, especialmente en lo que respecta al acceso a los servicios básicos de WASH. Infraestructuras como escuelas, carreteras, hospitales e instalaciones de agua y saneamiento suelen verse directamente afectadas. Esto reduce el acceso al agua potable, el saneamiento y las prácticas de higiene pertinentes, como el lavado de manos, lo que aumenta el riesgo de enfermedades relacionadas con el agua y el saneamiento.

Conflictos: Se trata de situaciones de emergencia provocadas por la sociedad, como conflictos políticos, enfrentamientos armados y guerras civiles. Muchas personas desplazadas (desplazados internos o refugiados) tienen que alojarse en campamentos, refugios temporales o comunidades de acogida, donde el acceso a agua potable, saneamiento y artículos de higiene debe garantizarse con muy poca anticipación y, a menudo, debe mantenerse durante largos períodos. Las comunidades de acogida suelen acoger a la mayoría de las personas desplazadas. Esto puede saturar la infraestructura existente de suministro de agua (y saneamiento), lo que dificulta la identificación y el cálculo de las necesidades reales y puede requerir mejoras de la infraestructura existente. Debido a la dinámica de los conflictos y a que los desplazamientos de población pueden producirse (y cambiar dinámicamente) a lo largo de un periodo más prolongado, a menudo resulta difícil planificar durante cuánto tiempo deben permanecer los refugios con sus correspondientes infraestructuras de suministro de agua. Este tiempo operativo necesario puede variar desde unas pocas semanas o meses hasta varios años o incluso décadas. La mayoría de los campos de refugiados se prolongan cada vez más (10 años o más) y a menudo se convierten en asentamientos urbanos permanentes. En consecuencia, todas las tecnologías aplicadas en estos entornos deben considerarse desde el punto de vista de la sostenibilidad a largo plazo. Una fuente adecuada de suministro de agua suele ser el principal criterio para instalar un campamento o asentar a una población desplazada. Sin embargo, los campos de refugiados se construyen a menudo en entornos con escasez de agua, por lo que es importante tomar la decisión de acercar a la gente al agua o llevarles agua en una fase temprana de la respuesta. En muchas situaciones, las soluciones de asentamiento se consideran una intervención a corto plazo, ya que políticamente no es conveniente considerar opciones de asentamiento más permanentes. Es posible que las autoridades locales se opongan a actividades que puedan causar que las infraestructuras de agua o saneamiento de un asentamiento temporal se conviertan en permanentes o estén mejor desarrolladas, por temor a tener que responsabilizarse a largo plazo de la población desplazada. Esto se complica aún más si las condiciones del campamento pueden llegar a ser mejores que las de los asentamientos locales, lo que puede crear tensiones entre la población local y los refugiados. Estos casos deben verse como oportunidades para mejorar los servicios de suministro de agua tanto para las comunidades de acogida como para las de refugiados.

Estados frágiles y crisis prolongadas: Los estados frágiles y los países en crisis prolongada son cada vez más frecuentes. Los estados pueden considerarse frágiles cuando no pueden cumplir sus funciones básicas o no están dispuestos a hacerlo. Para la población afectada, la seguridad puede peligrar si no se brindan servicios sociales básicos o si su funcionamiento es deficiente. Las estructuras gubernamentales débiles o la falta de responsabilidad gubernamental a la hora de garantizar los servicios básicos pueden aumentar la pobreza, la desigualdad y la desconfianza social, y convertirse en una potencial emergencia humanitaria. Las situaciones de crisis prolongada se caracterizan por desastres o conflictos recurrentes, crisis alimentarias prolongadas, deterioro del estado de salud de la población, colapso de los medios de subsistencia e insuficiente capacidad institucional para reaccionar ante las crisis. En estos entornos, una proporción significativa de la población es muy vulnerable a la muerte prematura o a la enfermedad. A menudo se descuida la prestación de servicios básicos de suministro de agua, y el apoyo externo a través de los canales gubernamentales convencionales puede dar lugar a experiencias muy insatisfactorias. En estas condiciones, puede resultar necesario explorar medios complementarios y alternativos de prestación de servicios, basándose principalmente en agentes no estatales y subestatales a un nivel relativamente descentralizado. Deben seleccionarse tecnologías de suministro de agua a prueba de robos (en la medida de lo posible) y con el menor número posible de insumos externos (por ejemplo, combustible o productos químicos).

Países de (alto) riesgo afectados continuamente por desastres y el cambio climático: El cambio climático y la mayor probabilidad de que se produzcan peligros naturales asociados constituyen un enorme desafío para muchos países. El riesgo de que los fenómenos naturales se conviertan en catástrofe está determinado en gran medida por la vulnerabilidad de la sociedad, la susceptibilidad de sus sistemas ecológicos o socioeconómicos y el impacto del cambio climático, tanto en fenómenos extremos ocasionales (por ejemplo, lluvias torrenciales que provocan inundaciones o deslizamientos de tierras) como en cambios climáticos graduales (por ejemplo, el cambio temporal de las estaciones lluviosas). El cambio climático también agrava las situaciones problemáticas en países que ya sufren catástrofes. Además de la respuesta de emergencia inmediata que pueda requerirse, también es necesario que los agentes del desarrollo presten mayor atención a la adopción de medidas preventivas y de reducción del riesgo de desastres (véase [X.10]) adecuadas. Las infraestructuras de suministro de agua existentes pueden necesitar adaptaciones o puede ser necesario implementar sistemas de suministro de agua más adecuados y resistentes para aumentar la resiliencia y ayudar a las comunidades a hacer frente a los fenómenos meteorológicos extremos recurrentes de origen climático (por ejemplo, puntos de agua elevados para las zonas propensas a las inundaciones o tanques de almacenamiento más grandes para soportar temporadas secas más largas). También se pueden incluir medidas de preparación, como el desarrollo de capacidades, el almacenamiento de equipos y la elaboración de listas de personal. Además, puede ser necesario preparar los sistemas de suministro de agua para atender a los refugiados del cambio climático.

Muchas veces, los desastres pueden ser una mezcla de varias categorías (por ejemplo, estados frágiles o afectados por conflictos golpeados por un desastre natural), lo que dificulta la focalización de la respuesta (por ejemplo, dirigirse solo a los afectados por el desastre natural frente a los afectados por condiciones más crónicas). Además, los escenarios de desastres y crisis pueden diferenciarse también en catástrofes repentinas (por ejemplo, terremotos o conflictos) y catástrofes lentas (por ejemplo, sequías que pueden conducir a una crisis alimentaria prolongada o contextos vulnerables que conducen al deterioro de los servicios a lo largo del tiempo). Según el tipo de crisis, la población y las infraestructuras también pueden verse afectadas de forma muy diferente. Mientras que algunas catástrofes pueden provocar desplazamientos masivos de población con repercusiones en la adopción de medidas estrictas de salud pública, otras pueden afectar únicamente a las infraestructuras, lo que cambiaría la atención de la respuesta hacia reparaciones y mejoras respectivas.

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